lunes, 15 de noviembre de 2010

Canis Lupus

Yo no lo sé seguro, ni con la boca llena ni con los ojos vueltos.
Lo sé a escondidas, a fuerza de mirar por el catalejo.
Pequeñas huellas: remolinos en el suelo y mucho frío en los huesos.
Tanto que parecen astillas, que crujen, que se parten, que me los encuentro al pasar la escoba en rincones de mi casa, y se hacen añicos, polvo, tiempo..pero ahí siguen los puñeteros..
Montañillas de huesos, que no sirven para hacer pucheros, ni para mis macetas como estiércol.
Los tengo ahí -los huesos digo-, porque son parte de mi esqueleto.
Porque sostuvieron carne que amé con locura, con los ojos llenos, con la boca vuelta, con los pies revueltos.

Me tiro horas mirándolos, arqueóloga de lo humano, de lo obsceno.
Quizás haga un laberinto con ellos, que bajen la escalera, que sigan el asfalto a media luna de otoño, esperando que algún perro callejero con el frío del invierno en su cuerpo los agarré con sus dientes hasta triturarlos, desomponerlos..llamarlo con voz suave y en sus encias de lobo sangriento hallar la razón más bella para seguir viviendo.

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