martes, 27 de octubre de 2009

Un, dos, tres..chocolate inglés.


Érase una princesa muy afortunada, por varias razones y sean las principales:
Porque vivía en un rinconcito verde de la costa almeriense, donde el sol tiene más luz que en toda la península, donde el azul es más azul, donde la lluvia es un regalo de los dioses.
Porque tenía varios nombres, así según el momento y sus circunstancias podría elegir, sin perder un ápice de sí misma.
Porque tenía gatos, pájaros y una perra.
Porque dentro de su pequeño puño guardaba un amigo imaginario, con el que hablaba y lo hacía crecer simplemente con una lupa.
Porque tenía un hermano mayor, y una amiga bilingüe.
Porque leía con gracia y soltura.
Porque respiraba, sin pasar por su cabecita el razonamiento de lo que conlleva la palabra "respirar", simplemente respiraba...

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