domingo, 22 de noviembre de 2009

Biberón de luna


Que la hoja cayera o no cayera era simplemente cuestión de espera.
Espera de esperanza..
¿Y cómo se mide eso?
Porque a ella, a veces, se le olvidaba que estaba en espera.
Y cuando lo recordaba le atravesaba de sien a sien una especie de inquietud.
Inquietud porque esa espera no estaba siendo engordada a cucharadas de paciencia y pensamientos.
Entonces el tiempo la zarandeaba... y miraba las lunas pasar..
Y viajaba a una peluquería de pueblo, en tardes otoñales cerradas en noche.
Y trepaba a su muro de metro y medio de altura, donde, con menos de cuatro años, se sentaba cada noche y miraba la luna...y escuchaba a su madre mientras peinaba a las mujeres: "qué chiquilla esta, se entretiene con ná..."
Con ná..
Con la luna mamá!!! Con qué hay allí arriba, con la humedad de mi cabo, con el silencio y la oscuridad...
Siempre creyó en el salvajismo innato, salvo esta excepción.
Se prometió asimisma que en este mundo solo se dejaría domesticar por la luna.
Desde entonces, la palabra espera -de esperanza- tiene una imagen clara: una luna creciente en un cielo negrísimo.

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