jueves, 19 de noviembre de 2009

Pellizcando realidades

Un color en mis entrañas tiene hambre.
Y yo no se de qué se alimentan los colores, más aún este que todavía no tiene nombre.
Intuyo que no comen, sino devoran (dios mio, cómo me gusta la palabra "devorar").
¿Y si los colores se devoran unos a otros? .. No creo, puesto que resultaría una amalgama, una paleta diluida, acuosa..
Y ahora, me llega este..
Le buscaré un nombre parecido a un atardecer, un montículo de piedras y seis palmeras, y huela a madera y a polvo..
Cuando tenga nombre le podré alimentar con peces y musgo.
Mientras tanto, daré cobijo a este color, flotando en el limbo de mis entrañas, hambriento...

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