martes, 23 de marzo de 2010

Diagnóstico: Pena de mar


Hay noches que echo tanto de menos mi playa que creo morirme de pena.

Deseo tanto ese agua que lloro de sed y un lagarto con ojos arenosos me incita a caer.

Suelto las cuerdas y me vuelco a tardes de verano, al tacto volcánico, a un azul y un amarillo que explotan en el mediodía de mi espalda y huelo a sal, trepo por rocas, sudo humedad..

Ya todo se alivia.

Ni un solo día sin barcos ni piratas.

Ni una sola noche sin cabos ni gatas.


3 comentarios:

  1. Cómo te comprendo, qué bien lo pones en palabras. Te beso.

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  2. Si,conejera..solo quien lo probó lo sabe...besos como abrazos.

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  3. Costa de Andalucía

    Alguna vez tuvimos que cruzarnos correteando por esas orillas de España. Cuando flotando en la brisa marina, nos empapábamos de sus colores, ensuciándonos con sus arenas, guardándonos de las extrañas siluetas que lentas paraban ante la orilla, para mirar lo inmenso, embrujadas por las crestas del África, exprimiendo sus penas como quien al buzón echa el amor en una carta.
    Entonces, en silencio recuerdo, que mi España, la nuestra, tiene en sus colores, a sus gentes, sus tardes, noches y murmullos a esa canción de las orillas que en la distancia me estremece. Me siento vacío en parte porque su melodía me falta. Pero no importa, porque ese incomodo vacío me invierte el entendimiento recordándome quien soy y quien no soy. Soy lo que me falta, y por lo que no tengo soy sonido de orillas, soy gentes que murmuraron en los abismos de Nerja, Tarifa o Málaga para que el mediterráneo bebiese. Soy quienes pasean por las costas de Andalucía para acaricias el mar y el mar les acaricie a ellas. Soy una orilla paseando de la mano o a solas para exprimir penas, para dar un primer beso a otra orilla; soy el naranja de las tardes del olor del chiringuito que abrasa a las pescadillas de la Andalucía, del mediterráneo. (HVA, 2010)

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