Un reloj se derrama en el abrazo de brazos.
Unas agujas se clavan en el meridiano de la madrugada.
Un equilibrio olisquea como un perro sin casa, y no se para, y no descansa.
Párate aquí en mi pecho, que yo te guardo sin que me ardas.
¿Cuándo aprendiste a andar? Que te me largas..
Aparece poderosa, la pantera y sus garras.
No más noches.
Que me coma la mañana.
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