sábado, 19 de diciembre de 2009

El despertar de mis pestañas

Los sábados por la mañana dejaron de ser la iglesia y el mercaillo con viento de poniente..
Se tornaron resacosos durante un tiempo difuso.
Giraron a estribor y volviéronse luminosos, andando por senderos de Al-Andalus junto a unos ojos verdes y unas manos enormes como las de Picasso en aquella postal..
Llegaron otros sábados, que eran iguales a los lunes o a los miércoles de cualquier calendario..
Ahora, este sábado de diciembre, es una auténtica mañana de sábado, tal y como la imaginaba en mi cama con once años y un cuento al amanecer..una mañana tranquila, dulce, lluviosa...y por desear..solo me falta un faro y una tormenta.

Que en la noche de los tiempos también están todas las mañanas del mundo.

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