
En luna llena se volvía agua.
El mundo se le desnudaba...
Se reencontraba con el verbo fluir, " es que lo dejé echandose una siesta debajo de esta piedrecilla". Eso me dijo la muy joía..
De una piedrecilla de aquellas que a sus quince años y a modo de ronroneo le tiraba el niño con los ojos más llenos de agua que hubo nunca, mientras ella, sobre su toalla y haciendose la dormia se tostaba al sol del verano.
En luna llena se evaporaba.
Era entonces cuando llegaba todo el amor.
No podía soportarlo, era tanto lo de dentro, y no encontrar la manera de lanzarlo la ahogaba..
En su frente una estrella. En su pecho, un ancla.
En luna llena se enamoraba.
Cuando el amor llega a tal dimensión es igual al dolor. Al dolor puro, al parto.
A hacer el amor llorando: que quien lo probó lo sabe.